Resumen:
El ejercicio se vincula con efectos benéficos en la salud, las personas que asisten al gimnasio generalmente lo hacen de manera planificada y con objetivos de salud o estéticos; sin embargo, usan el Índice de masa corporal (IMC), para medir sus avances. La insatisfacción con la imagen corporal puede llevar a que la población use el ejercicio como una conducta compensatoria para reducir el peso, lo que lleva a presentar un riesgo de trastorno de la conducta alimentaria (TCA). La investigación fue de tipo transversal, con la participación de 219 asistentes al gimnasio. Se realizaron pruebas para el análisis de categorías como chi cuadrado y la prueba exacta de Fisher, para las variables continuas la comparación de grupos se realizó con la prueba de Mann Whitney. El objetivo fue identificar la relación del ejercicio, el IMC y el riesgo de trastornos de la conducta alimentaria en asistentes al gimnasio de la universidad del Sinú. Los participantes de este estudio se distribuyeron para el sexo femenino en 60% y para el sexo masculino en 40%, se observó una diferencia estadísticamente significativa entre el sexo y el nivel de actividad física(p=0.012). No se presentó relación entre el nivel de actividad física y el riesgo de trastornos de la conducta alimentaria (p=0.896), y tampoco entre el IMC y el riesgo de trastornos de la conducta alimentaria (p=0.399) en estudiantes universitarios. Se concluye que no hay relación entre el ejercicio, el IMC y el riesgo de trastornos de la conducta alimentaria en los asistentes al gimnasio.