Resumen:
Una nutrición adecuada es esencial para que los niños disfruten del más alto nivel posible de salud física y mental. Por el contrario, la malnutrición en todas sus formas afecta el desarrollo humano, teniendo entre sus consecuencias un impacto en el progreso social y económico de los países, así como en el ejercicio de los derechos humanos en sus múltiples dimensiones. (Palma, 2018).
El Informe de la Nutrición Mundial 2018, menciona que la malnutrición en el mundo sigue siendo elevada “Los niños menores de 5 años se enfrentan a diversas cargas: 150,8 millones sufren retraso del crecimiento, 50,5 millones padecen emaciación y 38,3 millones tienen sobrepeso” (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2018).
En los primeros años de vida este problema es más grave, dado que las primeras etapas de la vida son la más importante para el crecimiento y desarrollo, por lo que las afectaciones nutricionales que se producen durante la infancia tienen repercusiones durante el resto de su vida (Reyes & Garduño).
En la etapa preescolar, los niños comienzan a tener el control de sí mismos y del ambiente, empiezan a interesarse por los alimentos, a preferir algunos de ellos y a rechazar otros. En la selección de alimentos, aunque influye los factores genéticos, el proceso de observación e imitación es el más relevante. (Moreno & Galiano).
“En los preescolares que asisten a jardines infantiles, el rol de los establecimientos educacionales en nutrición es fundamental por el tiempo que permanecen en ellos y porque gran parte de la alimentación diaria es servida en el establecimiento” (Crovettoa, Henríquez Parraguez y Silva, 2016).
A partir de las consideraciones anteriores, el objetivo de este estudio fue conocer la variabilidad del estado nutricional de los niños y niñas de 2 a 4 años que asisten a un hogar infantil en la ciudad de Cartagena, después de un periodo de vacaciones.