Resumen:
El consumo de alimentos en general, ya sea de comida o bebida, trasciende la pura necesidad de alimentarse en el sentido de nutrirse, pues está tan cargado de significados, de emociones y ligado a circunstancias y acontecimientos sociales que nada tiene que ver con la estricta necesidad de comer. Lo que lleva a indagar acerca de que, si la dieta puede condicionar el estado anímico y emocional; es por esto, que se determinó la relación entre las emociones, la ingesta alimentaria y el estado nutricional de los adolescentes en la Fundación Compasión International de la ciudad de Cartagena en el año 2018.
Este estudio es de tipo Descriptivo, de corte transversal; permitió medir la influencia de las emociones en la ingesta alimentaria; teniendo en cuenta que actualmente en dicha ciudad, no existe una evidencia científica que investigue sobre este tema; sin embargo, frente a esto hay un índice alto de adolescentes que presentan bajo o exceso de peso, quizás por factores económicos, sociales y hasta emocionales, ya que para ellos en muchos casos el acto de comer es depresivo o solo eligen los alimentos menos nutritivos solo por el placentero acto de comer.
Por otra parte, epidemiológicamente y a través de los años, se ha observado una gran relación entre las tasas de alimentación saludable y la prevención del desarrollo de enfermedades como obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, hipertensión arterial, dislipidemia, osteoporosis, algunos tipos de cáncer, anemia, infecciones ,entre otras.
Rodríguez-Santos y colaboradores (2008), plantean la existencia de motivos biológicos relacionados con los mecanismos de hambre y saciedad, que explican parte del comportamiento de ingesta en el ser humano, pero además las emociones también condicionan sustancialmente este comportamiento humano. Con base a esto, se puede afirmar que comemos para sentirnos bien emocionalmente. Ante la sensación de hambre, la sola ingesta de una comida puede alterar el humor y las emociones reduciendo el nivel de activación y la irritabilidad, al tiempo que incrementa la calma y el afecto positivo. (10)
Sin embargo; nuestras pruebas estadísticas nos arrojaron que si existe una marcada relación entre “Estado emocional” y “estado nutricional” (p <0,05), entre mayor sea el estado de comedor emocional, más tendencia hacia el exceso de peso corporal en relación a la talla. Por otra parte, los resultados también permiten apoyar
la idea que problemas de ingesta presentes en los NO comedores emocionales según desencadena un impacto en el estado nutricional negativamente. Al comparar género versus la incidencia del estado nutricional, resulta ser estadísticamente significativa la relación de estas dos variables (p <0,05). Las mujeres presentan mayor tendencia al estado nutricional por exceso, mientras que los hombres por déficit y la comparación entre género y estado emocional, demostró una relación estadísticamente significativa (p <0,05), demostrando que las mujeres tienen mayor tendencia a ser comedores emocionales en comparación con los hombres.