Resumen:
La hipertrofia mamaria es reconocida desde hace varias décadas como una condición mórbida que requiere manejo quirúrgico. Sin embargo, tanto su definición como los criterios que permiten objetivar la indicación de corrección quirúrgica, han sido motivo de controversia dado el carácter subjetivo de la morbilidad física y psicológica asociada (1).
La forma, el tamaño y la posición de las mamas de la mujer tienen una influencia emocional, pero además pueden presentar alteraciones físicas, como dolores crónicos, escoliosis o malas posturas, generadas por el peso agregado que representa la hipertrofia mamaria (1).
Se ha definido la hipertrofia mamaria como una condición patológica que puede producir una alteración anatómica de la columna y de los hombros, un deterioro funcional respiratorio, un desajuste psicológico o psiquiátrico y un menoscabo de la relación social (2).
El reconocimiento de la hipertrofia mamaria, como condición patológica, ha aumentado en las últimas tres décadas en el medio quirúrgico. Esta situación se puede explicar por la contribución de tres factores principales: 1. El aumento del acceso a la atención médica, 2. La mayor preocupación de las mujeres sobre esta condición y 3. Una mejor aceptación de los médicos sobre esta condición que afecta la salud de la mujer (2).
Las mujeres con hipertrofia mamaria tienen problemas con su autoestima e imagen corporal, que repercute en sus relaciones, en la manera de vestir, en sus actividades físicas, en las labores diarias en el hogar o trabajo. Estas mujeres se someten a un sedentarismo obligado tratando de reducir la magnitud de los síntomas y de ocultar algo que les es incómodo mostrar. Muchas de ellas aumentan de peso, sumando a sus problemas la obesidad (2). Otros aspectos muy importantes son la función sexual y el atractivo físico y reproductivo que la mama representa (3).
La valoración estética del tamaño y forma del seno femenino se haya íntimamente vinculado a factores históricos, culturales y personales (3). Aunque en la actualidad se impone la moda de los senos grandes, el tamaño desmesurado constituye para muchas mujeres un grave problema físico y psicológico siendo incuestionable el beneficio que aporta la reducción mamaria a la salud de las féminas, no solo en su apariencia estética, sino en el alivio de múltiples dolencias, las cuales interfieren en el desarrollo habitual de su actividad laboral y social. Muchas de estas pacientes refieren que luego de haberse sometido a la reducción de sus mamas han experimentado un incremento de su rendimiento físico, una mejor relación con su pareja y amigos y una vida social y sexual más desenvuelta (4).
La mamoplastia reductora constituye el tratamiento quirúrgico de elección en pacientes con grandes hipertrofias mamarias. Es un procedimiento por lo general seguro y eficaz, de mediana complejidad técnica y con un porcentaje bajo de complicaciones (4).
Desde la introducción de diversas técnicas para reducción mamaria, numerosos artículos han acentuado y establecido las múltiples técnicas existentes para reducir eficazmente el tamaño de las mamas, así como las diversas complicaciones quirúrgicas y el manejo de las mismas. La necesidad de tratamiento quirúrgico se ha intentado objetivar según la masa de tejido removido de cada mama y según la proporción de la glándula respecto del peso o el área corporal de la paciente, sin embargo, hasta la fecha no existe un método de evaluación preoperatoria objetivo consensuado (5).
La mamoplastia reductora mejora la calidad de vida de las pacientes (4), produce además una significativa mejoría de la autoestima y de la capacidad funcional (5).
La mamoplastia reductora es un procedimiento quirúrgico cada vez más frecuente en la práctica diaria de los cirujanos plásticos. Está bien establecido en la literatura que mejora significativamente el dolor de los hombros, cuello, espalda y mamas, reduce el surco de los hombros producido por el tirante del sostén, los intertrigos bajo la mama, la cefalea y el dolor y rigidez en las manos. En la esfera psicológica y social elimina las dificultades para practicar deportes, facilita la elección del vestuario y mejora la autoimagen (6).
Los resultados promedio de la mamoplastia reductora tienen una gran aceptación entre las pacientes, a pesar de las cicatrices, que son proporcionales a la magnitud de la reducción mamaria y quizás la consecuencia directa y de mayor preocupación por parte de la paciente y del cirujano plástico (6).
La reducción mamaria es la interfase entre la cirugía reconstructiva y la estética. A medida que las técnicas han mejorado y se han ido uniformando, el énfasis ha cambiado hacia el refinamiento de la forma y la reducción de cicatrices, para obtener mejores resultados estéticos, preservando al mismo tiempo la sensibilidad y la función fisiológica de la mama (6).