Resumen:
La mastitis granulomatosa crónica (MGC) es una patología inflamatoria poco frecuente de la mama, descrita por primera vez en el año 1972 por Kessler y Wolloch, de carácter benigno que puede presentarse en pacientes de cualquier edad y género, pero que prevalece en mujeres en edad reproductiva con historia de embarazo o lactancia durante los cinco años previos al momento de presentación (1,3). Cursa con manifestaciones clínicas variadas que van desde signos inflamatorios locales como dolor, rubor, calor, edema y tumefacción, abscesos con fístulas que permiten la salida de secreciones hasta masas de gran tamaño (4) que en ocasiones por su aspecto pueden sugerir la existencia de un componente maligno (5).
El estudio de esta entidad patológica se realiza inicialmente por medio de imágenes como la ecografía mamaria, la mamografía y la resonancia magnética, las cuales ofrecen hallazgos que según la categorización BI-RADS son por lo general sugestivos de malignidad, por lo que usualmente se requiere de estudios histopatológicos, además de microbiológicos para confirmar o descartar la presencia de algún componente infeccioso y/o maligno (6).
A pesar de muchos años de investigación y los múltiples estudios que se han realizado, hasta este momento no existen un consenso o guías para el manejo definitivo de la MGC (7, 8) ni se ha establecido que alguna de las medidas propuestas es preferible sobre las demás, ya que su elección depende principalmente de la variedad de presentación de la patología y la predilección del médico tratante. El manejo expectante se ha optado en algunos casos, sin embargo, en otros se acude a tratamiento médico o quirúrgico. Algunos estudios han mostrado que el manejo expectante de MGC presenta resolución espontánea o lesiones sin cambios evolutivos, esto sugiere la posibilidad de que tenga una naturaleza autolimitada (9, 10). La opción más utilizada es la terapia con corticosteroides (7), la cual ha mostrado resultados satisfactorios. El manejo quirúrgico en caso de realizar curas con una tasa de recurrencia de hasta el 50% en los primeros dos años posteriores a la cirugía. También se han empleado opciones terapéuticas combinadas, mostrando buenos resultados en algunos casos, por ejemplo, cirugía seguida de corticoterapia con nula recurrencia a cuatro años de seguimiento (11).